Manuel Asín nos habla de Barbara Loden

15 Diciembre | 16:30h | Teatro Principal

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Wanda es el primer y único largometraje de Barbara Loden, que tenía treinta y ocho años cuando lo terminó y que murió diez años después mientras preparaba una nueva película.

Antes de Wanda, Barbara había trabajado como modelo, bailarina, y actriz de teatro y televisión. En cine, además de en su propia película solo actuó en las de su segundo marido, Elia Kazan. Nos cuenta ella misma lo que era llegar a Nueva York a los dieciséis años, sin nada en el bolsillo, escapando de un pueblo feo y pobre de Carolina del Norte: «Pasaba cada día caminando y caminando, sin realmente saber lo que iba a hacer».
Para la película, Barbara tomó un detalle que le llamó la atención en una noticia de periódico: el caso una mujer que había ayudado a un atracador de bancos y dio las gracias al juez que la enviaba a la cárcel. La película es una impugnación de las condiciones que hacen verosímil que una mujer pueda llegar a agradecer algo así.

Barbara Loden pasó con Kazan casi la mitad de su vida, aunque al final quiso separarse. El diagnóstico del cáncer de pecho del que moriría dos años más tarde interrumpió los trámites de divorcio. Kazan escribió en sus memorias que él también quería separarse, porque Barbara había desatendido la casa tras su primera experiencia como cineasta y él era un hombre tradicional.

Al presentar Wanda en una sección del festival titulada Por primera o última vez propongo que pensemos en lo que hacer esta película significó para su autora. Lo que puede suponer en unas circunstancias muy concretas —las de la vida y trabajos de una cineasta como Barbara Loden— llegar a hacer una primera película que fue también la última.